martes, 10 de agosto de 2010

LA INSEGURIDAD DE SCIOLI O LA SEGURIDAD DE TODOS

(Por Carlos A. Fernández – Senador de la Provincia de Buenos Aires).

Carolina, la mujer embarazada herida gravemente en una salidera bancaria en la ciudad de La Plata, su posterior parto y la muerte final de Isidro el bebé que naciera en el medio de toda esta tragedia y los últimos tres asesinatos de policías caídos en cumplimiento de su deber han puesto contra la pared al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli y sobre la mesa, un tema acuciante que tiene azorados a todos los bonaerenses, la INSEGURIDAD PÚBLICA.
El paquete de leyes enviado a la legislatura por el Gobernador, no sólo no cumple las expectativas generadas sino que demuestra la carencia de ideas para enfrentar este grave problema. El mega anuncio no se corresponde con la promoción de un plan que permita combatir la seguridad, pareciera más cercano a un nuevo manotazo de ahogado intentando desviar la atención pública hacia otro lado.
Desde 1987 hasta el presente, durante casi 23 años ininterrumpidos el oficialismo justicialista en sus distintas variantes ha gobernado la Provincia de Buenos Aires. Hemos asistido a lo largo de todos estos años a un incremento también ininterrumpido de la escalada de violencia e inseguridad que nos tiene a mal traer a todos. Nunca un gobierno hace todo mal ni todo bien, pero si debiéramos marcar un tema en el que se ha hecho todo mal y en el que se ha fracasado es el de la SEGURIDAD PUBLICA transformada hoy en INSEGURIDAD PUBLICA.
¿Porque todo mal? Porque hemos ido de un extremo a otro, del extremo de mano blanda -si pudiéramos definir de esa manera a alguna posición-, al otro extremo de mano dura, sin detenernos ni un instante en pensar integralmente la seguridad como un problema complejo que requiere de soluciones complejas pero que fundamentalmente tengan consenso para ser continuadas independientemente del color político del gobierno de turno.
Las políticas de estado requieren, en primer lugar, voluntad política de quien ejerce el gobierno para construirlas y es lo que ha faltado en poco menos que 23 años. Pareciera hora de reconocer el fracaso, pedir disculpas y correrse para dejar a otros proponer alternativas que permitan mejorar la cuestión.
Dije durante la campaña electoral que me consagrara como Senador Provincial, que la seguridad debía ser considerada dentro de una estrategia general que a mi juicio debía contemplar los siguientes puntos.
1. Definición de una política de Estado, convocando a todos los sectores políticos y académicos para que hagan su aporte.
2. Debemos trabajar sobre las causas y no sobre las consecuencias. No alcanzará todo el presupuesto para comprar patrulleros, designar policías o comprar armas, sino somos capaces de trabajar sobre la otra punta del problema. Debemos disminuir la cantidad de ilícitos que se cometen, para que no siga colapsando el sistema policial, judicial y penitenciario, como ya sucede.
3. Es imprescindible disminuir la brecha social, debemos achicar la diferencia entre los que más tienen y los que menos tienen. La diferencia genera violencia y la violencia inseguridad.
Hoy el 30 % más rico se lleva el 65 % del ingreso nacional y el 30 % más pobre sólo disfruta del 7 % de ese ingreso.
Hoy hay 12 millones de pobres en la Argentina, pero cuando se realiza una apertura por edades aparece que en la población hasta 18 años, la pobreza asciende al 41%; en la población entre 19 y 60 años, la incidencia de la pobreza es del 22%; y entre los mayores de 60 años, llega al 12%.
Las condiciones de pobreza entre niños y adolescentes tienen asociados flagelos como el trabajo infantil, la explotación de menores, la drogadicción, el narcotráfico y la delincuencia juvenil. Aquí es donde nos damos cuenta que la discusión en torno a ‘mano dura’ o ‘garantismo’ son completamente estériles si no solucionamos el problema de fondo.
4. La fuerza de seguridad no puede ser un objetivo en si mismo, no puede ser un día la mejor policía del mundo y al día siguiente la peor porquería. Debe ser una herramienta al servicio de la decisión política adoptada en el marco del acuerdo de estado que hayamos definido entre todos.
5. Y el quinto y último punto que quiero plantearles es que tenemos que ser capaces de terminar definitivamente con la corrupción política asociada a la corrupción policial.

Sólo de ésta manera comenzaremos a transitar el verdadero camino de las soluciones en un tema tan difícil para los bonaerenses.