jueves, 9 de septiembre de 2010

A OCHENTA AÑOS DEL GOLPE DEL 30, LA DEMOCRACIA APRENDIO VARIAS LECCIONES

(Publicación de Clarín, por Fabián Bosoer). El derrocamiento de Hipólito Yrigoyen inició una etapa de más de medio siglo de decadencia.

La búsqueda de las causas de la decadencia argentina suele remitir a la fecha que se recordó ayer, cuando se cumplieron 80 años del primer golpe de Estado de nuestra historia contemporánea , el 6 de setiembre de 1930; aquella ruptura que nos internó en más de medio siglo de inestabilidad institucional, dictaduras, antagonismos irreductibles, violencia política, represión y experiencias democráticas frustradas por la fuerza.

Ese día, un contingente de efectivos militares encabezado por el general José Félix Uriburu derrocaba al presidente Hipólito Yrigoyen e instalaba una dictadura, con la participación de sectores políticos conservadores, nacionalistas y filofascistas y contando con la anuencia o pasividad de muchos otros. Creían estar respondiendo a la crisis de liderazgo y la corrupción que atribuían al gobierno radical, pero con esa acción reflejaban en realidad la propia crisis de las elites que habían construido la Argentina del Centenario.
Natalio Botana, en sus ineludibles trabajos sobre la generación de 1880 y su papel fundacional del Estado moderno en la Argentina -”El orden conservador”, “La tradición republicana” y el estudio pre liminar “De la República posible a la República verdadera” junto a Ezequiel Gallo- observa esta marca de origen en la idea obsesiva de construir una nación homogénea sobre una serie de tensiones no resueltas entre nacionalismo y cosmopolitismo y entre autoritarismo y pluralismo; entre las ideas de los filósofos iluministas y liberales y las de los pensadores conservadores y contrarrevolucionarios.

La Argentina se constituirá, en efecto, como una sociedad plural pero no como una república pluralista , basada en el mutuo reconocimiento de las diferencias. Durante todo el siglo XX hasta 1983, estas semillas sembradas durante el régimen republicano (1880-1930) irían a germinar como cardos venenosos, dando lugar a sucesivas experiencias autoritarias y búsquedas restauradoras.

Entre 1930 y 1983, período signado por la debilidad de las alternativas civiles de gobierno y la preponderancia del poder militar en alianzas cambiantes con otros factores de poder, se produjeron otros cinco golpes de Estado, mal llamados “revoluciones”. Todas las experiencias de gobierno surgidas de las urnas (peronistas, desarrollistas, radicales) fueron interrumpidas por la fuerza.

Hubo 23 presidentes, 14 de ellos usurpadores de título y cargo, en lugar de los nueve que la Constitución preveía , de haberse respetado la soberanía popular. El 10 de diciembre de 1983 se cierra ese ciclo y puede decirse que, al cabo de 27 años de democracia ininterrumpida, la Argentina aprendió la lección de que nada justifica la alternativa de cambiar a un gobierno por la fuerza . Aprendieron civiles y militares, peronistas y radicales, sectores de izquierda y sectores de derecha. Muchas cosas y ciclos parecen repetirse en nuestra historia. Todavía discutimos sobre los significados del Centenario y el Bicentenario. Pero sabemos que algo como lo ocurrido aquel ominoso 6 de setiembre del ‘30 no se repetirá nunca más.